Me alegra decir, que aunque la apisonadora de los mitos sigue en curso, no nos dejamos de encontrar en cuentagotas nuevos títulos de terror. Aunque su vertiente física es la más celebrada (con multitud de títulos donde se centran en el castigo físico y en las deformidades del monstruo para dar miedo) no es más cierto que hay muchos centrados en su vertiente psicológica.
Y hay que decir que son los más complicados de llevar a mesa. Los jugadores deben hacer un ejercicio de abstracción y «meterse»en sus personajes para validar esos horrores de los que no podemos huir ya que están anclados en nuestra propia mente. Pero que marcan profundamente al jugador y proporcionan una inquietud verdadera tras la partida.
Aunque el título Silent Hill fue uno de los referentes que se quedaron con más profundidad en el colectivo friki, no es más cierto que las dimensiones de pesadilla donde te enfrentas a tus terrores más ocultos, han sido utilizadas por muchas fuentes. Al fin al cabo nuestra cultura basada en el cristianismo siempre tiene ese punto de castigo o premio según como te comportas… Y este juego utiliza este concepto donde el infierno lo creamos nosotros mismos.
Además del tema de la mente múltiple, un personaje muchas personalidades que se pisan entre ellas pero a la vez tienen que dar pasos a la par para que el personaje siga con vida. Esto ya lo hemos visto en la Novia de Barbazul. Pero, al combinarlos ¿Cual será el resultado? Para responder esta pregunta empiezo a reseñar…
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