Muchas veces nos encontramos con que hay suplementos o incluso básicos que se pueden extrapolar a otros juegos de rol. No solo porque no nos guste el sistema que lleva y decidamos coger parte de su ambientación o de su sistema para acoplarlo al que más nos guste, sino que tienen utilidad dentro de lo que podíamos denominar «teoría» del rol. Por mi parte, he encontrado muchos elementos que me gustan dentro de los juegos considerados indies, al saber que no van a vender tanto o que no tienen que contentar a un público objetivo, pueden buscar sus propias metas o desvariar frente a los cánones.
Y si bien todavía nos sigue costando asimilar los juegos de rol de narración compartida (como si alguien hubiese inscrito en piedra los fundamentos de que es un juego de rol) no es menos cierto que han aportado nuevas mecánicas interesantes. Especialmente la creación de mundos compartida. En el juego que me ocupo esta semana convierte esta creación en una narración y la verdad, en una forma inspiradora para crear tus propias comunidades. Por eso quiero empezar a reseñar…